martes, 25 de abril de 2017

Ultima sesión del grupo de trabajo!!! :-)

Hola amig@s:
 
El pasado sábado se celebró la última sesión del grupo de trabajo, en la que tod@s los profes que lo formamos, pusimos en común el trabajo realizado en los últimos meses... y en breve tendremos cerrado el documento que hemos realizado sobre el análisis y valoración de diferentes App clasificadas en categorías de cara a su funcionalidad para los alumn@s o personas con TEA.
 
Aquí os dejamos algunas imágenes del documento a la espera de poderlo cerrar y compartir con tod@s...



 
 
Fdo. Equipo educativo.




domingo, 2 de abril de 2017

Preparando nuestro camino de Santiago!!

Hola amig@s:
 
Los días 18 y 19 de mayo el equipo educativo y las familias y alumn@s, que se apuntaron a la actividad, haremos la última etapa del camino de Santiago como colofón a nuestro proyecto de Voz Natura 2016/2017 "A maxia do camino"
 
El proyecto comenzó con la limpieza de las riberas del camino, que están llenas de plástico, y el repintado de las flechas que nos guiaran para no perdernos...
 
 
 
La siguiente actividad antes de realizar el camino será la adaptación cognitiva tanto del camino como de los pueblecitos por los que pasaremos...
En estas semanas estamos preparando la cartelería y a la vuelta de Semana Santa iremos a colocarla para que pueda estar lista en el mes de mayo.
 
Fdo. Equipo Educativo

sábado, 1 de abril de 2017

2 de Abril, Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo

2 de Abril, Día Mundial de la Concienciación sobre el Autismo

CELEBRACIONES


Hoy es el Día Mundial de la Concienciación del Autismo. Fíjense bien, de la concienciación. Usted lo leerá y pensará: pero si yo ya estoy concienciado… concienciadísimo, vaya. Me conciencio y reconciencio siempre con las buenas causas.

¿Por qué concienciación? Es más simple que sumar dos y dos. Piense un momento cuántas veces han coincidido en la calle, en un parque, en la playa, por poner un ejemplo, con un crío chillón y maleducado que hace caso omiso a lo que sucede a su alrededor y a las órdenes de sus padres. Usted se habrá dicho a sí mismo: Si fuera hijo mío, ya lo pondría yo en su sitio. Pero lo que usted no sabe es que ese niño sufre un Trastorno de Espectro Autista, porque no hay rasgos físicos que lo identifiquen. Usted piensa, simplemente, que ese niño es un maleducado y un malcriado.

La lucha de las familias con miembros autistas comienza como una cronoescalada desde mucho antes de tener el diagnóstico en la mano. Ya no es solo la aceptación del síndrome en el seno familiar, eso es relativamente fácil, lo peor es toparse con el muro de la incomprensión y la falta de integración social. Sepa usted, lector, que si se ve en esa situación, la palabra que va a escuchar más veces a partir de ahora va a ser “no”: “no” en el colegio ordinario al que quiera llevar a su hijo para que se beneficie de la integración con chavales, entre comillas, normales; “no” cuando decida que a su hijo le vendría bien ir a natación, a judo, a tenis, a música o a cualquier otra actividad a la que vayan niños “sin problemas”; “no” cuando pida ayudas para logopedas o psicólogos, porque, aparte de autista, su hijo tiene que ser pobre de solemnidad. Todos y cada uno de ellos harán lo imposible por no tener a su hijo en sus aulas, en su piscina, en su gimnasio… qué fácil era hace unos años, cuando se quedaban en casa escondidos y no había que integrarlos en ningún lado, pensarán.

Las familias de los niños con autismo no desean su caridad, ni su empatía, ni su pena, ni su compasión. Lo único que quieren es IGUALDAD. Igualdad de oportunidades, igualdad de trato, igualdad de derechos, igualdad en la integración. Guárdense su lástima, no la necesitamos. Lo que necesitamos son profesionales cualificados en los centros ordinarios, aulas estables, actividades lúdicas comunes. Los guetos, señores míos, han terminado incluso en la Sudáfrica del Apartheid. Tampoco necesitamos su supuesta solidaridad lamentando que no haya un diagnóstico prenatal que evite la llegada del autista a este mundo donde la imperfección está mal vista, un mundo del que tiene todo el derecho a disfrutar, igual que usted o sus hijos “normales” y que le es negado simplemente porque su capacidad de comunicación no es todo lo perfecta que usted desearía.

No nos tenga lástima, no somos menos felices que usted por tener un hijo con autismo. Probablemente, lo seamos más porque hemos aprendido un montón de buenas lecciones morales, la primera, que el mundo es diverso y hay que aceptarlo como tal.

Conciénciese, querido lector, cada año se diagnostican más casos. Puede tocarle a usted, y si le sucede, échese a temblar. Bienvenido al mundo de la lucha contra la sociedad de la incomprensión.

¡COLGUEMOS GLOBOS AZULES!

https://youtu.be/cBB7MYYiboY

2 de Abril, día de la concienciación mundial del Autismo

2 de Abril, día de la concienciación mundial del Autismo

LOS SAPOS Y EL PRÍNCIPE 

Érase una vez una feliz pareja que decidió completar su dicha teniendo un hijo. No importa si era el primero, el mediano o el último: para esta historia es irrelevante, al igual que el sexo de la criatura. A su debido tiempo nació el bebé con toda salud y del mismo modo se fue criando, para alegría de sus padres.

Un par de años después, los padres empezaron a observar en su niño cosas que no acababan de gustarles: el crío tardaba en arrancar a hablar y parecía aferrarse a ciertas rutinas. Además, hacía movimientos repetitivos y no socializaba como debería con los otros niños en la guardería. El pediatra no le dio mucha importancia, pero les aconsejó consultar con un psicólogo infantil si así se quedaban más tranquilos. Así lo hicieron. El psicólogo vio medianamente claro lo que sucedía, pero presentó un informe farragoso y aconsejó llevarlo a un terapeuta. Y así se encontraron con el sapo del miedo.

El terapeuta vio al niño, que ahora además empezaba a mostrar conductas desafiantes ante un mundo que no comprendía, y vio bastante claro lo que sucedía, pero no dijo nada. Aconsejó  a los padres llevar al niño a un psiquiatra. Y así se encontraron con el sapo de la indiferencia.

El psiquiatra vio al niño y prescribió medicación, mucha medicación. Al niño no le sentaba bien y así se lo dijeron los padres al médico, que no hizo el menor caso y acusó a los padres de inconscientes e irresponsables cuando decidieron suspender el tratamiento. Y así se encontraron con el sapo de la soberbia.

Entretanto, el niño iba creciendo y fue escolarizado en un centro ordinario, donde desde el primer día removieron Roma con Santiago para intentar convencer a los padres para que lo cambiaran a un centro de educación especial, aunque para eso tuvieran que renunciar a integrar al chico con los otros niños "normales". Alegaron, y en el fondo no les faltaba razón, que el sistema educativo no estaba preparado para alumnos con aquella problemática. Y así se encontraron con el sapo de la mezquindad.

Los padres cada vez estaban más tristes y preocupados e intentaban ayudar al niño como podían dentro de su ignorancia. Y cuando ya estaban al borde de la desesperación, se enteraron de que había un príncipe muy bueno que podía ayudar a su niño. Acudieron a él con muy poca fe, pensando que probablemente les tocaría besar a otro sapo.

El príncipe, que era muy guapo y muy amable, increíblemente amable, pasó varias tardes con el niño, todas las que necesitó hasta estar seguro de lo que sucedía. Al niño se le veía a gusto con él. Y al final, el príncipe habló: 
-Vuestro hijo tiene un Trastorno de Espectro Autista y necesita trabajar de una forma diferente para mejorar. Esto es un trabajo en equipo y cada uno de nosotros tendrá su función. En mi colegio estará en un aula sólo con tres niños más y atendido por dos profesionales que adaptarán el aprendizaje a sus capacidades y objetivos. Le enseñaremos a vivir en comunidad, a adquirir autonomía personal, a comunicarse dentro de sus posibilidades y, en resumen, a llevar una vida feliz y plena: la que se merece. La que todos y cada uno de nosotros merecemos.

A partir de entonces, la alegría volvió a la vida de aquella familia y el niño creció feliz, aprendiendo poco a poco a adaptarse a aquel mundo tan hostil. Los padres estaban muy contentos porque por fin habían conseguido besar al príncipe, después de tanto sapo. Pero un día, pensando en cuántos padres no tendrían la misma oportunidad, ya fuese por desconocimiento o por no tener uno lo suficientemente cerca, no pudieron evitar volver a ponerse tristes.

Moraleja: cuidado con las compañías, hay mucho sapo disfrazado de príncipe suelto por el mundo.

Ana Vázquez Villarreal, madre de un chico de 16 años con TEA.